17.11.17

Epístola electrónica

Hola.
Acá estoy, ¿y vos?

¿Cuánto tiempo ha pasado? Pero aún así creo que seguimos siendo los mismos. Todavía recuerdo como si fuese ayer, la tarde que apareciste en aquella habitación sin puertas ni ventanas. Nuestra coincidencia fue un callejón sin salida (ni retorno). Te enamoraste de mí. Yo de vos, claro.

¿Cuánto tiempo fue? El suficiente para que un día nos diéramos cuenta de que nos amábamos. He conocido pocas historias de encuentros como nuestro desencuentro. Fue especial, sí. Casi con el carácter de un artista, sos el autor de uno de los pasajes más emocionantes de la trama que me compone.

Ahora te escribo para contarte algo lindo. Creo que nos faltaron alegrías por compartir y quizás sea el momento de recuperarlas... Estoy embarazada. Es tan breve la frase, tan inmenso el silencio que le sigue y tan tácita cualquier palabra que se exprese luego de tal noticia, que no espero (una vez más) ninguna respuesta tuya.

Toda la tarde, desde que el análisis dio positivo, la vida se volvió una película. Soy, indudablemente, la mujer más feliz del mundo en estos momentos. Y tanta alegría me dejó de cara frente a algunos recuerdos. Solo venimos al mundo a fabricar recuerdos para luego llevarlos. Memorias de los afectos que encontramos en los años que acá estamos. Vos sos una de mis memorias más bonitas. Quería que lo supieras.

Ahora tengo que dejarte, pero no leas, por favor, entrelíneas en donde no las hay. Simplemente quise compartirlo con vos. Sabemos los dos que el amor se nos agotó hace mucho. Solo nos quedó el afecto de dos personas que supieron amarse. Y también sabemos que estamos en alguna parte cuando necesitemos uno del otro. Y hoy necesitaba compartir mi felicidad con vos.

Ya sabés cómo son nuestros finales… solo suceden.
Pero esta vez, te mandamos un beso, mi bebé y yo.
Cuidate.

No hay comentarios.: