19.11.17

Carta a un ¿amigo?

Cuando abrí la puerta de tu edificio para llegar hasta mi departamento, como una ráfaga de viento, me atacó el pensamiento. Pensé tanto desde la calle Estrada e Independencia hasta Plaza Colón, que la distancia me resultó tan breve como cuando ir a la escuela primaria en mi pueblo natal significaba, simplemente, cruzar la calle.

Resulta que sos mi amigo, sí. Pero además sos el hito de las renovaciones. Todavía recuerdo cuando nos encontramos por primera vez, hace tantos años atrás. En ese momento no lo supe, pero después sí. Sos un amuleto. Y también una brújula.

Apenas doblé la esquina pensé que se respira paz en la atmósfera estando en tu compañía, que transmitís una templanza y un afán por conservarla que la contagian. También sé, que aunque pasen los años, sigo admirando tu filosofía de vida. Me sostenías la mirada y me decías: "Pendeja, empezá a correr que cuando el carro anda, los melones se acomodan." Tu frase favorita. Tal vez tengas razón, la vida es eso, una vía. Y nosotros adentro, deberíamos aprender a transitarla sin más.

Quizás porque esta noche también me dijiste eso, es que decidí escribirte esta carta. Es tanto lo que me gusta de vos, que me encantaría poder compartirlo más. Desde que ingresamos al ajetreado mundo adulto, nos vemos poco. Y este es el momento en donde me animo a decirte que, echando el carro a andar, quisiera que sepas que con ser tu amiga ya no me alcanza.

Me dijeron alguna vez, o lo leí, que la admiración es la antesala del amor. Y lo cierto es que te he admirado siempre. Tu manera tan especial de ser. Y el hecho de que puedas mantenerlo en el tiempo, porque te encuentro hoy con la certeza de que seguís siendo tan valiente para mantener tus convicciones de hace diez o quince años atrás. Es cierto, con el tiempo y sus recovecos las personas vamos puliendo algunos paradigmas, pero de mejorar a cambiar hay una gran diferencia… Dejar de ser como uno realmente es, es desaparecer en los convencionalismos sociales.

Esta noche quise copiarte. Y no quise dejar de ser como soy, atrevida e impulsiva. ¿Acaso me animaré a darte esta carta? ¿A enviártela esta misma noche en un mail?

El debate sobre la amistad entre el hombre y la mujer es extenso, está gastado y es agotador no llegar nunca a una definición clara. Porque buscamos justificaciones, razones, hipótesis o ejemplos para explicar si existe o no la amistad entre el hombre y la mujer. Si se transforma en amor. Si es viable. Si se sostiene en el tiempo y bla bla bla… Y nunca llegamos a una verdad absoluta…

En cambio sí hay una certeza: la auténtica amistad sabe perdonar. Entonces, podrás perdonarme si para vos es un error que te diga que te amo. En cambio, el futuro no podrá perdonarme jamás, si al menos no intento decirte que yo podré perdonarte si vos no me perdonás.

Te amo.

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