18.11.17

Epístola al azar

Ya no recuerdo el sabor de tus labios. Se borraron de mis registros mentales aquellos besos que nos dimos. Es que ha pasado tanto tiempo que ni siquiera me acuerdo del olor que escondías en el trayecto entre tu oreja y tu hombro, ese cuello al que llegaba con escollos como si fuese un fugitivo de mis breves mordiscos. Pero los fugitivos fuimos nosotros. Huimos de un amor que no quisimos consentir.

Cada tanto te extraño, debo admitirlo. Será la nostalgia de los tiempos pasados con los que solemos rozarnos a veces en una milonga de barrio. O será que no te olvidaré jamás. Porque sos mi historia, porque vos también fuiste artífice de esta mujer en la que me he convertido con los años. Y esta epístola al azar es un breve homenaje al recuerdo impregnado de añoranzas. Sé que adonde estés, también estoy con vos.

Sabés que no sé escribir cartas breves. Y sé qué a veces no te interesa leerme. Pero aún así me encontré esta noche con una colosal necesidad de escribirte esta epístola al azar.

No para reclamarte, tampoco para padecer una relación que no pudimos sostener. Tampoco para despedirme, o decirte que no logro olvidarte o que sé que estás esperándome. Vengo simplemente a decirte que hay cosas que se me escaparon de la memoria.

A pesar de que suelo encontrarte en algunos pasajes de mi entramado mental, te tengo como un recuerdo y no como un deseo.

Te dejé sentado en esa plaza en la que tomamos un helado, me bajé de tu auto frente a la puerta de mi casa y nunca más volví a subirme, me levanté al baño y nunca regresé a la cama, te dije que te llamaba a la noche y perdí tu número, te despertaste una mañana y yo ya no estaba. ¡Es que recuerdo tan poco! Se me han ido borrando las imágenes con el paso del tiempo y mi precaria memoria no me auxilia.

Y a vos ya nadie te nombra. Conozco gente nueva, tengo una pareja que desembarcó con su familia y sus amigos, ahora somos más porque hay pequeños en mi casa y los nuevos compañeros de trabajo tampoco te conocen. Estás sepultado bajo los nuevos titulares de mi vida, e incluso, bajo los artículos analíticos de la actualidad que debaten sobre cuestiones en las que nada tenés que ver.

Sin embargo, quiero que sepas que si bien ya no me acuerdo cómo fue dormir con vos la primera vez ni cómo fue despedirme la última noche (si es que nos despedimos), sí recuerdo, y esto es indiscutible, el amor que sentí por vos. Podrán quitarme desde la ropa hasta la conciencia que no podrán llevarse, jamás, esa incontable cantidad de amor que te tuve.

Ahora sos pasado. Sos historia.
Mi pasado y mi historia, pero sos apenas una epístola al azar.

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