28.3.12

el bar

{…} En eso estaba cuando apareció por la puerta. Tenía la remera roja por fuera del pulóver gris oscuro, los pantalones que no se le caían por suerte y la barba que le daba el aspecto de cargar un cansancio por adicción compulsiva al trabajo, “¿qué hará acá un sábado a la mañana?”, pensé. Y luego entendí que estábamos ahí para encontrarnos. {…} Lo primero fue “hola, buen día”. Lo último “chau, nos vemos”. En el medio no hubo nada, quizás una mirada. Pero después vinieron todas esas cosas que jamás caben en las estructuras mentales de quien se imagina que la vida es una hoja de ruta y que en la carrera por salir ganadores, la respetamos con el acelerador siempre a fondo. {…}No sé si fue amor a primera vista, si a Cupido se le escapó una flecha cuando regresaba a su casa ebrio después de un furioso y frustrado viernes a la noche tras el desencuentro con su amada Psique, o si fue alguna afición suya a prácticas hipnóticas lo que me inmovilizó. Solamente sé que esa mañana me enamoré de Alejo. {…} Entonces el amor que pensé que no recuperaría se me subió al cuerpo otra vez, quería abrir los brazos cerrar los ojos volar caer y tocar el fondo. La vida se me hizo rulos con ese encuentro fugaz en el que apenas hubo un escaso diálogo de cortesía. Pero en ese momento no sabía aún que a veces se ama y se aprende. Sólo eso. Amás y tenés que seguir adelante.{…}

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