1.5.07

un cigarillo

En un gesto poco masculino, quebró su mano y abrió un espacio entre su dedo índice y medio. Ella consumió el hedonismo nocturno en una sola exhalación, larga pero seca. El roce de ambas manos, la de él y la de ella, fue breve, lábil.
La contaminación encuentra a dos almas gemelas, definición válida sólo si tal magnitud (la de gemela) existe como grado de la semejanza para definir el encuentro de dos sexos opuestos. El ambiente ruidoso y viciado de un bar en barrio El Pungo retumbaba con ecos por los alrededores. Así estaban las cosas cuando ellos se acercaron desparejos, angurrientos. Él, con su gesto, pidió una seca. Ella le dio su cigarrillo. Fumaron juntos. Quizás hasta durmieron juntos. Sí, dormimos juntos varias noches.
Pero esta noche, la cubierta del silencio en mi apartamento me resignó a la barra del mismo bar. Una medida de whisky fue la ruptura al embotellamiento nostálgico de la soledad. Me llamé a la espera de otro gesto un poco más sutil, pero ahora de la vida. Mientras tanto sigo a la espera de un terraplén para dejar mi vaso. El alcohol es soporífero, embriaga a la soledad después de que el amor se enciende para consumirse en cenizas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

fantástico!!!

Anónimo dijo...

La verdad Luisa que escribes muy bien, tu te complicas demasiado pero aunque escribas desde del dolor lo haces con sicenridad.

Luisa dijo...

Gracias!!