7.2.18

Amores erróneos

—Hace un tiempo dejaron de gustarme los misterios y creo que si me decís quién sos,
podríamos ser grandes amigos.
—Lo siento, no puedo decírtelo. Como vos prefieras.
—Prefiero las personas valientes...y mucho más, las transparentes.
—¿Puedo darte otro dato sobre mi identidad que no sea mi nombre y que te alcance?
—¿Es que tanto me necesitás?
—En la misma proporción en que te extraño.
—¿Y por qué no me conquistaste? ¿O me dejaste ir?
—Es que me enamoré de vos.
—¿Y me lo dijiste?
—De todas las maneras…
—Menos de esta, porque no recuerdo a alguien diciéndomelo.
—Es que no sos para cualquiera.
—¿Vos sos cualquiera?
—Desde que te conocí, estoy convenciéndome de que sí.
—¿Por qué lo decís?
—Una vez me recomendaron que no me acercara a vos.
—¿Las relaciones se recomiendan? Mirá vos, no lo sabía. Y qué lástima, capaz me hubiese
ahorrado tantos momentos…
—Es que es fácil enamorarse de vos, pero poder seguirte…
—¿Ves? Momentos como este me hubiese evitado. No quiero escucharte más.
—No me cortes, no fue fácil encontrarte.
—Son todos iguales, se parecen tantos… siempre lo mismo: enamorarse es fácil, olvidar
difícil y romper la paciencia se vuelve un ejercicio cotidiano, como si fuese mi culpa…
—Es que ser así ya te hace culpable.
—La culpa hace rodar al mundo… y no tengo ganas de dar vueltas.
—Vos hacés dar vueltas a los que te conocen.
—No. Cursilerías baratas después de las cachetadas, no.
—Es que disfrutás la intensidad, pero nada se compara con la mía…
—Seguís siendo el mismo… No has cambiado en nada…
—¡Pero cómo! ¿Entonces sabés quién soy?
—¿Te asusta?
—No. Me sorprende... por el gran juego que estás desplegando.
—Perdón que te lo recuerde pero este juego lo empezaste vos.
—¿Quién de los dos comenzó con este juego? ¿Quién de los dos lo va terminar?

No hay comentarios.: