20.2.11

2005-2010

En la mañana, cada día de estos tiempos, te miro respirar despacito y pregunto cómo es qué fuimos cobardes e ignorantes. Hace un par de años atrás al cruzarnos en los pasillos universitarios, ¿torcimos el destino o lo enderezamos?

Me mirabas de lejos, te esquivaba de cerca. Solos los dos, en la vida y cada uno en una punta dejamos transcurrir nuestras historias y sus recovecos.

Un par de años, cinco o algo más, son un buen número para volver odiosas las cosas que nos restamos con nuestros pasos errados, desde los gritos hasta los besos.

Pero ahí, en el pasaje perfecto entre tu cabeza y tu hombro (tu cuello), exhalo despacio la resignación por los minutos que no te tuve, y eso justifica tenerte para siempre.

Esta noche de luna azul y cielo blanco con estrellas transparentes, una noche que promete ser románticamente (cursi) única, te propongo un pacto: acompañame que quiero seguirte.

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