7.8.10

a vos

El cansancio me consume el cuerpo y desde allí la mente, exhumada, intenta coordinar movimientos en un pedazo de letras, en párrafos desordenados.

Quiero decirte que quizás aún esté herida, y que el dolor es visceral. Afuera se ve sangre espesa y un alma despedazada que ensucia sus arrepentimientos en un charco viscoso de lo que la culpa no supo prevenir. Y adentro, acá adentro, el vacío es colosal.

A vos como a mi nos ha pasado esto, o capaz has sido más fuerte, o quizás vos me estés salvando más de lo que yo pueda hacerlo. Pero lo mío es auténtico. Quiero decirte que habité una burbuja impermeable de tira animada, todo allí adentro era un dibujo. Eso que es arte, que es lúdico, que es magia, que es fábula. Eso que pinta pero que se destiñe, que alegra pero que manifiesta y delata, que mejora la realidad y entorpece la ficción. Pero un día la burbuja se rompió y yo, neciamente, coloqué el signo de puntuación incorrecto: un paréntesis.

La adultez nos llega a todos, el uso individual de la razón es un paraje ineludible y letalmente enceguecedor. Sólo que algunos, con más estrategia o con más torpeza, saben apropiarse de eso de lo que yo, por siempre, estaré exiliada. No sé vivir la vida de otra manera que no sea esta. Sin embargo, ese enorme paréntesis que creí muralla y que ahora se parece más a un nubarrón gris topo, me apartó de lo que esencialmente me define.

De corchete a corchete, un lapso de tiempo lineal jugó con vericuetos a enlazarme, y de tanta soga hasta me enrosqué la respiración. ¿Sabés cuántas veces me asfixié? Y es que la fe sostiene, nos guste o no, lo perplejo de la existencia. Cada vez que quebranté, se me fue alejando el punto y aparte, el paréntesis cerrado. Entonces mentí, fui infiel, lastimé, dejé que me robaran la inocencia y peor aún la dignidad, me promovieron la culpa, me dejaron hablando sola y además, me vapulearon la imaginación. ¿Algo quedaba? La burbuja reventada…ni gas helio podía remontar un barrilete arrastrado por un huracán.

Los recuerdos felices no justifican el dolor, y el dolor no diluye el pasado. El presente, amorfo, no argumenta al futuro, porque no hay una bendita razón que explique por qué abrí y cerré ese paréntesis cuando la burbuja se rompió. Tal vez, sólo tal vez, si en vez de un corchete, hubiese puesto un punto y aparte, te hubiese encontrado antes. Y pasaré las noches que me quedan, intentando hallar una oración que evidencie que esto no podría haber sido de otra manera mejor. Simplemente, quisiera haberte encontrado antes.

Y en la búsqueda obstinada de una respuesta hipotética, la razón individual de la adultez y de esta mente absurda que me gobierna, se desintegra cuando aparecés y tus labios más que besarme parecen devolverme el oxígeno para hacerme volar, otra vez y mejor que antes.

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