18.10.09

cadena

Debe ser similar la sensación del bebé que absurdamente intenta, porque no tiene dientes, morder un juguete odioso que se llama mordisco. Debe ser similar esa sensación con esta, la de querer hablar sin tener nada para decir. Debe ser como la voz que no pronuncia o los ojos que no ven o las piernas que no caminan. Y jamás, o rara vez, perdemos el tacto. Pero en esta noche lo tengo exacerbado, acrecentado. Mi piel está más sensible que nunca. Siento tantas cosas y sé tan pocas palabras para expresarlas. Tengo una cadena cerrando para más seguridad el enyesado que la soledad ha fabricado sobre mis lágrimas secas de tanto llorar. Sin embargo, hasta tan confusa se vuelve la piel cuando los poros reciben y exhalan tantas sensaciones, que advierto en mi cuerpo una calma inusual, una paz sedentaria pero definitivamente placentera. Son tantos los estímulos que ninguno me hace reaccionar, es como el frío que de tan helado, quema. Son como las moléculas revolucionadas cuando crucé la mirada preciosa de un hombre que jamás me besará. Así se mueve mi cuerpo en esta noche, porque para los que no saben del otro lado, es de noche. Y no porque no haya sol, sino porque escribo. Es de noche y voy a dormirme con el ritmo dulce de mis palabras, las que no pude pronunciar en este texto.

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