24.4.09

escrito

“El corazón es un montón de fibras musculares estriadas. Que el corazón sea eso, significa que es un órgano involuntario, no obedece a la mente. Así el raciocinio se debate en lucha permanente contra las dimensiones de esta gran bomba automática impelente que es el corazón.
Si concientemente he inducido a mi inconciencia a actuar de tal o cual manera, y me quedo en esta inconciencia para no reconocer la verdadera magnitud de los hechos, mi cerebro de confunde, ¿es conciencia o inconciencia? ¿Qué transmitirle al corazón, culpa u olvido? […]
Hace unos años atrás, razonando junto a Hobbes sobre la perversidad mundana, fui alejándome de Rousseau, de teorías del consenso, del alma humana y la vida eterna. Un café con Hobbes en un bar de la ciudad fue mi despedida de la niñez y el primer paso para empezar a crecer. Juro y certifico que preferiría la maldad infantil que la realidad adulta, porque antes los hechos que se amparaban en el inconsciente ahora no los puedo defender racionalmente con la conciencia. Así lo hubiera preferido. Así como no fue y jamás será.”

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