18.11.08

Tania

Tania mira por la ventana cuando él le dice que desde ahí puede verse su oficina. Puerto Madero está atestado de gente, ella sentada en ese restaurante, entre la gente, mientras él le dice que puede comprar océanos o hasta galaxias. Es lunes, y Tania está cenando con un millonario.
El miércoles la encuentra un poco más coherente, ¿cuándo le interesó esa clase de hombres? Sentada en la butaca de un teatro en la calle Corrientes, mira de reojo a este nuevo candidato. Es amable. Es atractivo. Llega a casa de noche. Pasa directo a la heladera, hay una banana en un plato, la mira y cierra la puerta. A la cama.
El día siguiente amanece como todos los días. Cuando Tania se agacha a prenderse la hebilla de las sandalias, piensa en él. Ese es el momento del día en que más piensa en él. Se llega hasta el espejo y preguntándose en silencio qué le ven a ella los hombres, dice en voz baja, “Jazmín, debería haberme llamado Jazmín”. Pero es Tania, portadora de una belleza natural sin nombre.
Fin de semana. Viernes y sábado un nuevo candidato, Tania cotiza en bolsa. Amanece el domingo entre sábanas de cama doble rodeada por brazos que desconoce. Otra semana está por comenzar.
Llega a casa. Como todas las noches abre la heladera, hay una banana en un plato. Piensa que no hay un hombre, de todos, al que ella pueda amar tanto. Tania piensa que ha perdido la sensibilidad. Eso es, no siente nada cuando los tiene al frente. Toma la banana y se la lleva con ella. Se sienta en el sillón rojo de tres cuerpos, “matar al enemigo, comérselo”, piensa. ¿Puede algo tan insignificante haber matado al amor de su vida? Y Tania sabe que por más que se coma esa banana, mañana al abrocharse la hebilla pensará en Agustín. Ese iba a ser su nombre, hasta que un día, caminando por la calle resbaló con una cáscara de banana y Agustín, ese hombre que ya amaba más que a nadie en el mundo y que crecía en su interior, murió.

2 comentarios:

Andres dijo...

triste

pobre Tania que no fue Jazmín
pobre Agustín que no fue
tal vez hubiera dado a su madre otro paisaje sin siquiera haber tenido que elegir este camino.

me gustó

(perdón por entrometerme...)

Luisa dijo...

Gracias!