28 años después, la vida se me sigue desfigurando de la misma manera que aquél día que tomé vino patero.
Es como una escena borrosa, como una foto desenfocada. Y no la entiendo.
A veces la vida es eso, esa última copa de alcohol que te noquea hasta el corazón.
Quizás sea más que algunas veces.
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