29.6.12

orejas, ojitos y adelante...

Otro año más. El tiempo es el único que pasa así, sin preguntarnos adónde queremos ir. Asique acá estamos, nos guste o no y no sabemos hasta cuándo.

Tuve ganas de escribirte todo el día y acá estoy. Empecé de mil maneras y creo que esta vez la voy a terminar. Solamente quiero escribirte porque hace mucho no lo hago, decirte cosas que de otra manera no lo haría. No es nada complicado, no es un secreto o algo se le parezca, pero a veces no nos tomamos el tiempo ni el momento para este espacio. Y como nosotros estamos cada vez más separados creí que era una buena oportunidad para escribirte.

Ha sido un año difícil para vos, el peor de todos diría yo, pero creo que descubrimos que sos un hombre fuerte. Entonces además de ser una persona especial y con una grandeza maravillosa, sos un hombre fuerte. El mundo es tuyo si te lo proponés.

Si la vida se me acabara en un instante, no quisiera morirme sin decirte que seguís siendo una de las cosas más lindas que conocí, que nunca más me enamoré de nadie otra vez y que te tengo como un prendedor atado a mi vida. Durante nuestra relación hemos hablado de superación, exilios, separaciones, probabilidades, amor y desamor. Pero lo cierto es que siempre fuimos a destiempo y que nunca nos entendimos, o nos entendimos mal. Y lo cierto es que estamos parados en este punto del mundo, en este momento y con este lazo que un día va a terminar de desaparecer o quizás, en un acto milagroso, se haga fuerte.

Crecimos. Nos hicimos adultos. Y primero nos enamoramos, después nos acercamos, más tarde nos encontramos entre todos nuestros desencuentros. Pero ahora las cosas cambiaron, ya dejamos de frecuentarnos, dejamos de necesitarnos. Pero lo bueno de todo esto es que nunca dejamos de querernos. O por lo menos yo. Deseo para vos toda la fuerza que necesitás para salir adelante. Deseo que encuentres a la mujer que sea capaz de hacerte revivir. Espero que recuperes las ganas de estar vivo. Le pido a Dios que nunca te quite esa energía que tenés adentro, ese carisma y esa belleza que todos vemos.

Han pasado tantos años desde que nos conocimos, y creo conocerte mucho, tanto como la gente que te tiene al lado de verdad: te conozco feliz, enamorado, desnudo o vestido; te conozco triste y preocupado, entero y quebrado; te conozco auténtico, desde lo más lindo hasta lo más feo que tenés.

Quiero pedirte perdón porque nunca estuve con vos libremente. Siempre, absolutamente siempre y aunque digas lo contrario, sólo estuve al lado tuyo en la sombra de nuestro secreto. No importa si vos estuviste o no, esa es otra cuestión. Yo hablo por lo que me toca. No sé cómo se hubieran dado las cosas si todo hubiese sido de otra manera. Pero no tuve el valor de intentarlo, me ganó la cobardía y el precio es esta incertidumbre eterna sobre lo que hubiese sucedido.

Además de pedirte perdón por todas las cosas que hice mal, quiero agradecerte porque aún con tanto dolor me hiciste grande. Hacerte cucharita, abrazarte, fue una de las cosas más lindas que me pasaron en la vida. Quiero quedarme con la certeza de que nos amamos mucho alguna vez, de que fuimos felices juntos, de que la pasamos mal pero también muy bien. Quedarme con esta sensación de que pudimos darnos algo el uno al otro. Pero como me decías vos, hay que seguir: “Tapate las orejas, cerrá los ojitos y dale para adelante”.

27.6.12

carta a Román

Sin preámbulos te escribo, simplemente, para decirte que me enamoré de vos desde que llegaste a mi vida. De lo que sos e incluso de aquello que imagino. Tenés una habilidad especial para desconfigurar mi lente a través del cual observo – y experimento – la realidad. El zoom para alejar o acercar funciona diferente desde que te hiciste eco en mi vida, todo es tan relativo. Y este amor insuperable es el argumento de esta incondicionalidad que diferencia el vínculo que me une a vos.

Sé que nuestra separación – al menos esta primera – va a dolerte un poco. A mí también te confieso. Es que la costumbre hace su trabajo fino más allá del tedio de la rutina. Estamos cómodos así, bien. O estábamos. ¿Para qué cambiar? Los cambios llegan, simplemente llegan. A veces son para bien y otras no. De todos modos suceden, fortuitamente o autogenerados,  los nuevos escenarios montan su estructura ineludible en nuestro terreno. Sin embargo, este giro va a hacernos muy bien. Nuestra relación se planteará de otra manera, con nuevas oportunidades…después de todo, por más que hoy tengamos que separarnos por primera vez, hay mucho en común, nos unen demasiados motivos.

La vida tiene muchas vueltas, en todos los sentidos, tantas que nos mareamos con frecuencia. Y como si eso fuera poco, los humanos la embarramos con los errores, algunos absurdos, infundados y reiterados. La mentira se cobra víctimas haciendo metástasis con la deslealtad y la infidelidad (a personas, a valores, a grandes amores), haciéndonos creer una ficción que inventamos para sobrevivir a la realidad, una que suele ser cruenta. Pero no hay que vencerse mi amor, el arrepentimiento es una buena droga para curarse, mientras que el perdón y la empatía son de baja efectividad, y la honestidad es poco menos que un jarabe para esta enfermedad asesina de la mentira. Es tan mentirosa que hasta se miente a sí misma para engañarnos. Lo cierto es que hay que luchar Román, no puede ganar la culpa, sino la fe y la confianza en que no volveremos a equivocarnos. O al menos intentarlo.

Si la culpa eclipsa la fe, no podremos ser mejores. Por eso tengo fe de que juntos vamos a superar obstáculos. Además no estamos solos…y si sos orgulloso y testarudo como tu papá, vas a poder, porque vas a ser valiente como él. Tu papá eligió tu nombre, Román. Y estoy segura que entre los tres vamos a hacer un buen equipo. Llegaste antes de lo que él esperaba, y ahora aguarda ansioso que salgas de acá adentro.

Amo a tu papá, por eso existís, porque con nadie más hubiese sido capaz de traer una vida al mundo. Le pedí disculpas por tu arribo prematuro, en silencio, como otras veces que lo lastimé o me equivoqué y busqué su perdón sin decírselo…no podría dejar que la culpa gritara más fuerte que este amor que nos une. Y sé que él también lo hizo, sé que ha cometido errores que de haberlos gritado para callar su conciencia, nos hubiésemos separado. Pero no una separación como la nuestra Román, que vamos a dejar de estar juntos acá en mi cuerpo pero que vamos a seguir unidos. No, seguramente vos no existirías de habernos separado. Así está bien, es mejor a veces no decir en voz alta lo que con palabras no alcanza para explicarse.

Cuando el amor es tan grande, ni los errores ni las culpas son suficientes para destruirlo, porque cada uno a su manera intenta ser lo mejor para el otro. Román, sos el resultado de un hombre y una mujer que, más allá de todo, sostuvieron el amor. Y ahora tienen, tenemos, un motivo más no sólo para mantenerlo sino para hacerlo crecer.

Te esperamos.

25.6.12

viajes

Cuántas personas quisiera que miren los paisajes que enceguecen mis ojos.
Y muchas han viajado conmigo. No iba sola, estaban ellos, mis afectos.

12.6.12

mandarina

No es que somos media naranja y venimos al mundo a buscar la otra mitad.
Diría más bien que somos primos hermanos de aquel cítrico, somos mandarina.
Y en cada ocaso vamos perdiendo gajos hasta también desintegrarnos.
Suerte que existen los amaneceres, que aún siendo tan costosos nos despiertan. 
Pero hay que levantarse compañero, estas frutas son de estación mientras dura.
Ojo con la confusión, no somos cebollas que en cada capa desangra en lágrimas.
Somos de color naranja, dulces. Las cosas buenas merecen grandes homenajes.
Y también los lindos recuerdos, los que se quedan más allá de la finita carne.

8.6.12

simplemente siempre vos

Y me equivoqué cuando entoné la canción, no eras vos el que te morías por volver, era yo mi amor y Gardel adónde estás que no me entonás un tango que sane esta frente marchita. Desde Cortázar hasta Borges, o desde la más legítima sabiduría de la señora de la despensa que me vio crecer, me pregunto sobre los matices para encuadrar esta imagen. Pero no, no hay portarretratos para nosotros, seremos la prueba más ardiente de un amor que de tanta pasión se quemó, seremos el amor más anónimo, sin tiempos y sin recuerdos, pero también sin olvidos.

Vas a ser el beso más auténtico que jamás di. Lejos de ser ese que aún cayendo la bomba de Hiroshima no iba a dejar de dar, vas a ser por siempre el que causó la explosión. Vas a ser el amor más perfectamente imperfecto que he tenido.

Te extraño, más que por lo que me diste por lo que fui cuando creíste darme algo, cuando pensé que tenías algo para darme, además de mi propia libertad que sólo con vos supe encontrar. Pero para qué tanta poesía mi amor, si te escribí un libro entero y nunca entendiste ni una sola palabra de lo que tenía para decirte. Claro, cuando llegamos a mi casa esa noche de borrachera, todas las explicaciones estaban mudas. Me viste dormir, te dejé que me vieras dormir. Vas a ser el único testigo de esa noche, de la humedad que le dio vida a ese amor que empezó a crecer en un terreno fértil pero dinamitado.

Es que jamás entendiste mi idioma, sólo podíamos comunicarnos por el lenguaje del deseo que atentaba contra cualquier código que no fuera el de los besos desesperados, ocultos, sólo nuestros. Te extraño sí, cada tanto sos como el cigarrillo que sé que jamás volveré a fumar. A veces te encuentro en textos vagabundos que le piden dos centavos al pasado para despertar el interés de inversores que apuesten a este presente amorfo. 

Un chasquido de dedos cansados me devuelven a la realidad como si fuese menos doloroso que la cachetada de la verdad, no estás acá. Esta será como las grandes historias, las que se seguirán contando aún cuando el mañana nunca llegue. O si llega, cuando jamás termine.

1.6.12

nosotras

Nunca fuimos ni tampoco seremos de ese conjunto de mujeres normales, que se levantan a la mañana, se ponen maquillaje, van a sus trabajos, almuerzan en horario, toman una copa con amigos, que ponen a sus hijos en la cama a las 9 y reservan un sábado de cada mes para ir a la peluquería.

Para el que lo entienda y para los que no, una como vos o una como yo, siempre será esa que disfrute estar dentro de unos pijamas cómodos sin reparar en horarios adecuados, será la que despierte a las 3 de la madrugada con unas líneas escapando de la punta de la lengua o del residuo del sueño, será la que sienta que conecta con el mundo cuando se sienta en ese piso que contiene, será la que pretenda descuentos a los desvalidos aunque no sea buen negocio.

Pero será también la compañera que no te suelte la mano aunque ya no tenga fuerzas, la que te sacuda cuando estés dormido en tu anestesia, la que te apuntale y te empuje cuando tus miedos sean más grandes que tu fe.

Así, yo prefiero estas rarezas que hacia afuera parecieran cosa de locos antes que la normalidad acabada de las señoritas perfectas que no se piensan ni ayudan a los demás a pensarse. Prefiero la rareza de espíritu, esa que nunca te deja quieta, que te obliga a reinventarte a no conformarte.
 
 
Prefiero que nos quieran así, locura de por medio, incomprendida, incontenida, inexplicable, porque si acaso quieren cambiarme, un rato seré la que han querido dibujarme, pero cuando vuelva a ser yo, seré más yo que antes.

By Marina Grasso (Producción a mano alzada)