27.4.12

la calesita

Perdí la cabeza de tanto girar en la calesita.
El mareo fue tremendo y el golpe me dejó sin aire.
Hay juegos peligrosos por más felices que nos hagan.
Pero me levanté con la certeza de los soberbios.
Esos testarudos de gritos caprichosos que se oyen.
Y quiero dar vueltas hasta perder la cabeza otra vez.
Es la obstinación resignada ante lo incontrolable.
Entonces observo la calesita que gira en mi espera.

20.4.12

b.a.

El día ha sido de esos que se parecen a la vida, una pulseada entre las alegrías y los rostros borrosos. Y aún con esas cosas que la justifican, es inevitable preguntarse los motivos. Por qué, ¿por qué? Simplemente por qué...
Sucede así y no hay que preguntárselo, me dice ella, cada uno con lo que le toca sin cuestionamientos y asumiendo. ¿Por qué? Porque no hay respuestas. Ese abrazo, esos besos, la caricia, la absurda palabra que intentan calmar pero no sé si en algún momento llegan a curar.
No quiero que te vayas, es eso simplemente. Dejás a mucha gente herida. Simplemente sucede, y no es culpa de nadie, eso es una excusa para tener alguien o algo en quien poner la ira que son las (dolorosas) afirmaciones en las que se convierten las preguntas sin respuestas.
Sí, estoy triste, sufriendo aún cuando en el aire flota eso que justifica que siga queriendo respirarlo. Es que te vas, y tu partida me desata tantas preguntas...¿por qué? Son tantas las respuestas que no llegan a responderse, que el vacío es interminable. Es que no entiendo por qué nos dejás, y tampoco entiendo por qué hay personas que son tan abandonadas sin querer ser dejadas.
Qué sufrida que es, le han pasado todas, me dice ella de nuevo. Tampoco lo entiende pero parece aceptar que le han sucedido todas juntas a esa persona como a tantas otras que dan vueltas junto al mundo en medio de lo inexplicable.
Ya sabemos que vas a irte, lo dijeron los doctores, fue el mensaje de tu cuerpo. Algo tuyo queda en nosotros, justamente para completar el pedazo nuestro que te llevás con vos.
Ninguna palabra alcanza para detener mi mente que observa su protagonismo tácito en esa pulseada que son estos días y que se parecen a la vida.

5.4.12

deseos

El olor a césped cortado una tardecita de verano recién llegado…
Un abrazo como el de mi sobrino a las 4 am cuando pide la “mema”…
Las ganas de ayudar a alguien que necesita algo, sin importar si lo tenemos o no…
Una cerveza bien fría al lado de la pileta o el río, con la gente querida…
Un trabajo que nos guste, que justifique la pelea diaria de su excelencia...
Vivir desde lo que pensamos, desde lo que sentimos…ni más ni menos...
Conocer gente nueva, en Centroamérica o Europa…o en la despensa de Doña Rosa…
Recuperar o no perder la capacidad de asombro, porque es tan hermoso sorprenderse…
Un libro debajo de un árbol, como en esas tardes de Cruz del Eje que tanto extraño…
Esa película que no alquilarías jamás si él (o ella) no estuviese al lado tuyo…
Muchas expectativas, porque aún cuando a veces defrauden, nos mantienen vivos…
Comunicarnos más… dejar que el diálogo sea entre los “Ellos” de la relación…
Salud, que mientras el cuerpo y la mente funcionan, la vida se camina sola...
Perdonar, saldar cuentas pendientes…si hay basura en este mundo, eso es el rencor…
Dar respuestas, hay alguien del otro lado del mundo, que está esperándonos…
Caminar siempre para adelante, porque el pasado es el camino pero quedó atrás...
Dar muchos besos…es la medicina invisible más poderosa que jamás he conocido…
Una de esas carcajadas con amigos recordando las cagadas de cuando éramos adolescentes…
El brillo de las luces del arbolito de Navidad, que veo sentada desde la escalera de mi casa….

4.4.12

oración

Prometí:
Asistir a ceremonias religiosas o visitar algunos santos.
Cortarme el pelo como cuando tenía quince años.
Luchar con ahínco para dejar mis cábalas más arraigadas.
Donar dinero, hacer beneficencia o algunas de esas cosas.
Alejarme de ese hombre al cual solamente quería besar.
Dejar de fumar sin excusas, ni siquiera la mentirosa “seca”.
Reconciliarme con esas personas de las que me separé.
Hacer sacrificios, los que cuestan desde el pelo hasta el pie.

Prometí hacer, dejar de hacer, no hacer más.
Prometí tanto para eso que deseaba que fuera realidad.
Y un día, prometí no prometer más. Heme aquí entonces.
Fe, otra vez. Sé que estás escuchándome.