28.3.12

el bar

{…} En eso estaba cuando apareció por la puerta. Tenía la remera roja por fuera del pulóver gris oscuro, los pantalones que no se le caían por suerte y la barba que le daba el aspecto de cargar un cansancio por adicción compulsiva al trabajo, “¿qué hará acá un sábado a la mañana?”, pensé. Y luego entendí que estábamos ahí para encontrarnos. {…} Lo primero fue “hola, buen día”. Lo último “chau, nos vemos”. En el medio no hubo nada, quizás una mirada. Pero después vinieron todas esas cosas que jamás caben en las estructuras mentales de quien se imagina que la vida es una hoja de ruta y que en la carrera por salir ganadores, la respetamos con el acelerador siempre a fondo. {…}No sé si fue amor a primera vista, si a Cupido se le escapó una flecha cuando regresaba a su casa ebrio después de un furioso y frustrado viernes a la noche tras el desencuentro con su amada Psique, o si fue alguna afición suya a prácticas hipnóticas lo que me inmovilizó. Solamente sé que esa mañana me enamoré de Alejo. {…} Entonces el amor que pensé que no recuperaría se me subió al cuerpo otra vez, quería abrir los brazos cerrar los ojos volar caer y tocar el fondo. La vida se me hizo rulos con ese encuentro fugaz en el que apenas hubo un escaso diálogo de cortesía. Pero en ese momento no sabía aún que a veces se ama y se aprende. Sólo eso. Amás y tenés que seguir adelante.{…}

postal de la soledad

La soledad es el mimo que nunca llega. Mimo es caricia.

22.3.12

vos - yo (separados por un guión)

No voy a verte esta noche, prefiero sábanas frías a una conciencia ardiendo
Es que no me perdono la inconsistencia de mis principios más genuinos
Vos con tu vida y yo con la mía porque no hay cabida para un nosotros

Vos con tus interminables teoremas y yo con mis absurdos estratagemas
Vos con tu resistencia al amor, mientras que para mí es una adicción
Vos con tus ganas de ser vos y yo que simplemente quiero ser yo

Dos seres insolubles tratando de comprender su naturaleza para ser uno
Una fotografía cómica del corazón insensato que confunde términos
No es amor o algo que se le parezca, oscila de la flagelación al egoísmo

Perdoname pero esta noche no voy a ir, necesito quedarme conmigo
Tampoco vos vas a venir, ya es momento de terminar con este juego
Y así está bien, un teórico con un estratega escriben finales de los buenos.

12.3.12

herida de guerra

Estoy herida de guerra y no vas a poder entenderlo, porque las lesiones son propias aún cuando las batallas sean de todos. Es que cada uno vive las peleas, hasta quizás las que no existen, con la mirilla de sus percepciones. Desde ahí busca la escuadra, la que aprendimos a usar en la primaria, para armar figuras que justifiquen el ataque.

Y ¡pum! ¿Pero por qué una escopeta? Es que en la guerra todas las armas valen. Entonces ¡tra tra tra tra! La ametralladora fue fatal. Pero no, seguimos vivos. Y ¡boom! La última bomba, la que finalmente nos derriba, es como eso que no esperábamos oír nunca de la persona a la que amamos, o eso que no pensamos que podía hacer alguna vez. Esa es quizás una buena alegoría para la derrota bélica.

Todas onomatopeyas. Sin embargo, en la realidad se hacen sentir. Lo peor de estar herida de guerra es que estás en el campo de batalla, amenazada por otros ataques y sin nada a lo cual aferrarte. Porque cuando estás ahí, como si fueses un pichón con un ala rota, ya ni siquiera importa defenderte, al menos deseás salvarte para creer que todo eso es un sueño, que la guerra puede acabarse. La soledad es ese instante en el que sentís el bombardeo, el minuto final antes de morir en el que estás así, sin nada.

Estoy herida de guerra, necesito algo a lo cual aferrarme. Pero no hay nada. Desde que dijiste esas últimas palabras antes del portazo final, en mi casa ya no quedan muchas cosas. Aunque sea me gustaría tener un cigarrillo, una copa de vino o algo que mitigue un poco el dolor de los golpes. Deberías verme, la fotografía es casi idéntica al día que me encontraste. Lo que te salva, a veces te ata, a veces te desata y otras tantas te mata.

Voy a quedarme acá, imaginando la nicotina que escarba las entrañas mientras me decido a juntar un poco de fuerzas para buscar algo a lo cual aferrarme, un cajón de la casa tiene que esconder un talismán de salvación. Si se te ocurre volver, me gustaría pedirte que muevas un poquito mi mirilla. Quizás sea hora de cambiar la óptica para apuntar a lo que en verdad ocasionó esta guerra, para acabarla y no para ganarla.

repelente

Soledad se pasó un año usando repelente.

Con la infidelidad evitó los compromisos.
Con Pablo que tenía a su novia en San Marcos.
Con Lucas que engañaba a su esposa con cualquiera.
(No quiere decir que Soledad sea cualquiera)
Con Hipólito que estaba en la crisis de los cuarenta.
Con el artista de la esquina que tenía varias.

Con la ignorancia se cubrió algunas veces.
Con esos de los que nunca supo ni el nombre.
Con esos con lo que jugó a ser una muñeca.

Con la distancia se excusó de a ratos.
Con Lucas (otro Lucas) que estaba tan lejos.
Con Diego que vivía en el otro extremo.

Con la indiferencia (hacia ella) resistió también.
Con Sebastián que sólo llamaba los viernes.
Con Osvaldo que la buscaba en sus depresiones.
Con Leandro que pedía compañía sólo a veces.
Con José que la invitaba cuando tocaba la banda.

Durante todo un año Soledad ha usado repelente.
Quizás como una manera de honrar su nombre.
Quizás como una forma de olvidar a aquel hombre.
Ahora que pasó el verano y no hay más mosquitos,
Saldrá a encontrar un beso en la comisura del labio.
Ya es hora de reconstruir la piel con picaduras.

7.3.12

abre tus ojos

Cerraste los ojos para dormir, o para escapar.
A la mañana siguiente, te anoticiaste del hecho.
Años durmiendo al lado de la persona equivocada.
Pero no le creas a los prejuicios y a los miedos.
Todavía podés volver a empezar, no es tarde.

Hay batallas para ganar, otras para justificar.
Aún es momento de buscar al amor, existe seguro.
Quiero creer que el amor ocurre (al menos) una vez.
Porque en algún lugar está, aún con errores y defectos.
El amor es lo que corrige los defectos de nuestra humanidad.

Así abriste los ojos y supiste que era hora de empacar.