24.8.08

tic tac

Y ahora que no espero, nunca voy a saber si volviste
Porque cuando vengas a golpear la puerta
Nadie va a atender, no voy a estar para abrirte.

21.8.08

entropias

Antes de vos la vida estaba ordenada
Después solamente quedó entropía
La punta de la madeja está perdida
No hicimos nada bueno con este amor
Apenas unos gràficos de ascensos y humor
Tu cuerpo pesado sobre el mío, tus besos
Mi olor que te enloquecía ahora sólo conmigo
Te busco entre los hombres, en las esquinas
Volver a verte, ¿cómo te encuentro?
¿Se puede vivir de buenos recuerdos?

19.8.08

retratos


Luisa tiene mil noches y un sueño
Vivir conmigo lejos de este infierno
Las noches son largas, fiestas en pijamas
Pastillas de modorra, castigos de cama
Luisa, Luisa no quiere más
Luisa quiere un lugar neutro
Necesita un tiempo para sus misterios
Luisa ya no quiere estar aquí a mi lado
Quiere estar allí, saltar por todos lados
Luisa, Luisa no quiere más

7.8.08

Sin título (diario íntimo)

Deberías estar acá conmigo esta noche, y no hay manera de que eso pase. No vas a estar, eso es lo malo de los ángeles, que a veces los necesitás mucho y no aparecen. Vienen a darte mensajes, ahí están paraditos al frente tuyo para decirte lo que vos, de otra forma, no querés escuchar, no podés ver, no podés sentir. Pero a veces necesitás comunicarte vos, pero los ángeles no siempre vienen, sobre todo si hacés fuerzas para que aparezcan porque tenés la tremenda necesidad de verlos, de sentirlos. ¿A dónde estás que no venís?
Te conocí un día sin intención, claro, los ángeles aparecen cuando no estás esperándolos. Un día que no tiene fecha. Y hoy que tengo toda la intención de volver a verte, no vas a venir. ¿Qué hice hoy? Además de necesitarte, traté de buscarte en las cosas, en la sección mental que almacena recuerdos. Entonces me compré un mantecol, como una vez vos lo hiciste; fumé menos porque a vos no te gusta que lo haga, decís que es malo, que es tóxico; miré una película de cine alternativo, donde se veía todo este tema de la felicidad y de que la vida es bonita a pesar de lo amarga que es en realidad, eso que me decís siempre; hice señales de humo, meditación y prácticas exóticas tratando de llamarte con el pensamiento, a ver si se te ocurría venir; reproduje el día que me presentaste a tu aprendiz, ése seguramente será un buen ángel también, tan chiquitito, tan bonito, tu aprendiz, tu hijo; traté de recordar una por una tus frases, esas que recitabas de la nada, que rompían silencios. ¿Se puede vivir de buenos recuerdos? Aparecé por favor, si no es en esta noche, en algún momento.
Sos un ángel particular, especial, un “versero” cualquiera, pero me hiciste mucho bien. Eran tus señales, tus apariciones, tu humor feliz, tus consejos, tu energía. Decías que no te arrepentías de nada pero sé que a veces lo hacés, aunque imagino que cualquier arrepentimiento pierde relevancia cuando mirás a los ojos a tu aprendiz. Yo decía que no me arrepentía de algunas cosas, mentira, esta noche me arrepiento de varias.
Camino por los pasillos del suicidio esta noche, ¿por qué no venís a salvarme como esa tarde de viernes? Te necesito ángel. No sé cómo explicarte, es angustia tristeza desazón desesperación ahogo, eso es, agonías mortales. Y no tengo más que escribir en este diario íntimo sobre mi necesidad y tu condición de ángel. ¿Quién hubiese dicho que ibas a encontrarme? ¿Apareciste vos? ¿Nos encontramos? ¿Viniste a buscarme? De ahora en más vas a ser mi único ángel, me salvaste de una agonía y vas a salvarme de muchas más porque aunque no vengas más, te quedaste conmigo.

3.8.08

ella y el ángel

Ella estaba en un callejón. Despertó una mañana, en posición fetal, abrazada por un hombre, “no quiero ser más tu amante”, le dice. Abrió los ojos. No era su amante, era su pareja. “Haceme cucharita”, le decía el otro y si era a ella a la que abrazaban y no ella la que abrazaba, ¿cómo no iba a darse cuenta que no era su amante con el que dormía sino su pareja?
Ella ahora viene de un callejón. Hace unos pocos días se separó, se acostó con su amante una vez más y decidió subirse a un tren sin dirección. Los vagones son a blanco y negro, los pasajeros sombras y el cielo sepia. Postal de un callejón. Resultados de un callejón.
Ella se sienta. El ángel con ella, su ángel se sienta a su lado. Era un viernes a las cuatro y media de la tarde, parecía un lunes a la madrugada. Él simplemente comienza a hablar. Parece un ángel, lo es: su cuerpo, su piel, el color de sus ojos, la mirada. Ella solamente lo escucha, apenas si puede contener las lágrimas. A ella todo le duele, está triste, ahora los médicos le llaman depresión. Bajan en algún lugar, donde los deja el tren. La invita a tomar un café, se sientan en un bar y él es real. Tiene un hijo, un matrimonio en quiebra y la vida al revés. Se quedan en el mismo lugar, donde los dejó el tren. Ahí estarán por un tiempo.
Él pasa a buscarla, y los días pasan también. La recoge en una esquina, evitan denuncias, evitan dejar rastros. Solamente son dos almas buscando afecto. Ella sube al auto y él lo estaciona en la cochera de una habitación. Alquiler de camas. Son dos cuerpos buscando placer. Ella no sabe que con un ángel también puede hacerse el amor. Él es real.
Hay un ángel y ahora ella entiende que las relaciones duelen menos cuando se las piensa poco; que la felicidad es un estado interno de serenidad que se alcanza cuando se conoce el rumbo, que el rumbo no es el camino, que el rumbo es el horizonte que se aleja; que las cosas tienen un sentido y que duran mientas lo tengan; que la música es para dar concierto; que por hijo todo justifica y que reivindican la existencia; que no es los mismo hacer para sentirse bien que para ser feliz; que los aplausos ajenos son de colección, trofeos del ego; que con el alter hacemos collage pero no siempre es un juego; que el cuerpo es una brújula y el amor el norte; que la vida son los sentidos.
Ahora ella sabe, porque lo encontró, que hay un hombre que es un ángel. Un hombre de humor feliz y risas contagiosas, que regala globos de elio para volar alto, que es un prendedor para llevar en su corazón y mantenerla viva, despierta.
Hay un hombre que es un ángel. Hay un ángel que toma café y hace el amor. Hay un ángel que es de ella y ella del ángel. Ella y el ángel.
Ella estaba en un callejón, venía de un callejón y ahora sale de un callejón. Mientras la respiración siga siendo ese acto automático de la vitalidad mundana, no hay razones para arrepentirse. Ahora ella sube a otro tren y él, su ángel, es el chofer.