18.3.08

profeta de los no segundos

Habiendo tantas manera de vivir la vida, ¿siempre vamos a elegir, ingratos mundanos, aquella que lastima al corazón?
Encapsulados en una caja de ficción, pasa el tiempo de color transparente, y corren corren los humanos con la ilusión de alcanzarlo para liberarlo.
Y en el rostro, tristezas de utopías rasgadas que no llevan a ninguna parte.
¿Y si en vez de seguir nos frenamos un rato?
¿Y si nos liberamos de nosotros y después al tiempo?
Y si el cuerpo es la cárcel del Alma y el reloj la del tiempo, ¿por qué no romper barrotes de hierro?
¿Y si en vez de contar segundos diéramos más besos?
A dónde nos hicieron creer, viejas generaciones de antaño, que podíamos llegar nosotros con tecnologías de punta, con el rigor de una metodología científica y con sistemas de costo-beneficio.
Y quiénes pensaron que con canciones de protesta podían seguir caminos alternativos que no fueran igualmente crueles.
Si de esto se trata la naturaleza humana: bueno/malo, perfecto/imperfecto, violento/pacífico…no importa si Hobbes o Rousseau … o cualquiera de todos sus aliados…hoy estoy enojada con el tiempo que se parece a ficción y con el cuerpo que es de más material…
Me quedo en esta, otra de esas tardes de abriles tristes, con las manos en la máquina siendo profeta de los no segundos.

5.3.08

la última escena

Ya por lo menos la ciudad se ha despertado para comenzar un nuevo día. Anoche no he podido dormir, me asaltó la imagen de tus ojos, excesivamente dulces, y el recuerdo inequívoco de tu respiración actuando esa última escena.
El piso está frío, yo estoy sentada en el piso frío, como esperando que me contenga, como sintiendo que más abajo no puedo estar. Porque anoche me hiciste descender a los infiernos, aún exaltando mi grandeza intachable y la particularidad de este fenómeno de estudio en el que me he convertido para vos en los últimos meses. Y desde este lugar, me siento objeto de tus análisis cualitativos que buscan insertarme en una sociedad hemipléjica, como si yo pudiera ser su silla de ruedas, un auxilio artificial. Y es que yo jugué también a ser artificio, tu artificio, me dejé construir por vos. Entonces de investigador científico pasaste a ser un artesano. Me moldeabas, eso hacías en cada uno de nuestros encuentros.
Apago un cigarrillo y después otro, pero es el amor que siento por vos lo que quiero apagar. Y en medio del humo y la nicotina lo que más me contamina es la imagen de tu rostro marcando distancia, de esa actitud de un perfecto desconocido. Un misil me estaba asesinando.
Ahora las bocinas suenan afuera y las sirenas de las ambulancias, chillando a lo lejos, van al encuentro de algún choque rutinario de la madrugada que se va vistiendo de mañana en la ciudad. Las ambulancias me pasan de largo, no hay nadie que pueda auxiliarme. Es que hiciste que me cayera con tanta fuerza, que me destrocé en pedazos desparejos y desteñidos que quedaron rodando en el piso hasta perder el equilibrio. Porque me hiciste mierda cuando advertí que me hablabas en serio, cuando tu desiderata declinaba porque del amor pasabas al adiós. Fueron los minutos más largos de nuestra historia, ¿cuánto tiempo voy a necesitar ahora para cocer estos retazos?
Y me hablabas tan seguro, tan firme. Era la última escena. Cuánto tardaste en tomar la vil decisión de actuarla y de dónde carajo sacaste los libretos del final. La última escena.

1.3.08

hay una sombra

Sobre la pared hay una sombra.
Enciende un cigarrillo. Lo lleva a su boca.
Con la mano izquierda se revuelve el cabello.
Ahora exhala. Humo saliendo de la boca.
Sobre la pared hay una sombra.
Es lo que queda de mi. O soy yo.
Hay una sombra, porque hay una luz.